domingo, 27 de julio de 2008

TOLO, MI PADRE (CONTINUACIÓN)












EL AMOR


“La vida es un torbellino donde unos nacen con estrella y otros estrellados.
El mundo es un engranaje exacto, donde unos ríen, otros lloran, disfrutan, sufren…Yo soy uno de esos tantos millones de seres que se desenvuelven en él, mientras sigue su curso totalmente ajeno a lo que ocurre en sus entrañas.
Yo, después de deambular de aquí, allá, de un sitio a otro, conociendo a éste, aquélla, aquél, ésta, te conocí a ti, hablamos, me enamoré de ti, has logrado penetrar en lo más hondo de mi alma.
Ahora dices que me quieres olvidar: de acuerdo, tu pensamiento será para mí una orden, tajante, concreta, tú lo quieres, así será.
Tú eres buena, honrada y bien parecida; Dios que tan justo es, hará que encuentres un hombre que te quiera tanto como yo, quizás más, tú también lo querrás a él, os casaréis y serás feliz, muy feliz. Ése es mi deseo.
Procuraré por todos los medios que no me veas jamás, para facilitar tu propósito, pero ten esto bien presente, si algún día cambias de parecer, ten en cuenta que yo nunca te olvidaré, te querré siempre, hasta la muerte".

José Arques Lloréns


Esta carta, fechada en los años 50, evidencia varias facetas importantes de uno de los más grandes amores que conozco y gracias al cual, existo. En tan entrañable y sobrecogedora misiva se puede observar la profundidad de los sentimientos de mi padre hacia mi madre, pero hay algo más, algo maravilloso. Me refiero a la enorme sinceridad y gesto de entrega con el cual son expresados estos latidos del corazón, hecho que me lleva a deducir que José Arques Lloréns no padecía en modo alguno esa enfermedad que ahora abunda en la sociedad, debido a la cual, algunos hombres son incapaces de transmitir a la mujer que aman lo que sienten por ella y que se denomina alexitimia.
Cuando el artista conoció a la mujer que me dio el ser, tenía tan sólo veintidós años. Ella era una menor, ya que su edad no rebasaba los quince años. Mi abuela Josefa, madre de mi madre, una mujer que ahora, en el siglo veintiuno, sería catalogada de “madre coraje”, se negó desde el primer momento a que esta relación se consolidara, aunque con el tiempo hubo de reconocer que se equivocó.






LA MÚSICA


Varias son las canciones creadas por Tolo. Entre ellas destacan El tostón y la letra inicial de La manta al coll, que tal y como he contado en otro capítulo anterior, nació en las calles del barrio de Campoamor. Mi padre la cantaba coreado por mi familia que tocaba improvisados tambores hechos con cubos y palos. Iba añadiendo estrofas según las inventaba. La manta al coll es ante todo una canción alicantina, escrita por un alicantino y de temas alicantinos. No habla de otros lugares de España o de la Comunidad Valenciana, nombra la playa del Postiguet, una playa de la terreta que mi padre tanto amaba. Muchas son las anécdotas relacionadas con los principios de esta canción. Mi padre, antes de salir fuera de la provincia con sus giras, actuaba sólo en los teatros de la ciudad y en los pueblos de los alrededores. Nunca olvidó su tierra y de vez en cuando volvía y derrochaba su arte en el Teatro Carolo o en otros escenarios alicantinos. Pero sus principios fueron en la provincia alicantina y ahí fue donde promocionó La manta al coll. La cantaba para cerrar sus actuaciones. Y ocurrió que en un teatrillo de Villafranqueza cantó una estrofa que acababa de escribir, en la que habla de un perrito que huele a una perrita y le pide mantener relaciones sexuales y ella le dice que no lo hará delante de la gente, pero que lo espera en el portal a la hora convenida. Tras cantar esta estrofa, un cura que se encontraba entre el público tachó a mi padre de inmoral por cantar esa canción y lo denunció a la Guardia Civil, que lo arrestó y pasó la noche en el cuartelillo. En la puerta del cuartel lo esperó toda la noche mi familia, mis tías, mi abuela y mis tías abuelas, que fueron siempre fieles admiradoras del artista y del hombre, de Tolo.
También quiero destacar que en otra estrofa habla del mercadillo de Campoamor, refiriéndose a una mujer que va robando verduras y al agacharse se le "ve la alcachofa". Este dato reafirma aún más el hecho de la relación existente entre el barrio de Campoamor y La manta al coll. No es de extrañar, puesto que mi padre nació en Capitán Hernández Mira.
Lo del cabaset y el postiguet viene de las cenas que celebraban los alicantinos en el Cocó. En el cabaset llevaban las viandas. En la letra inicial figura la expresión "prendre el pet" aludiendo a las fiestas nocturnas en la playa del Postiguet.
En otras canciones, mi padre ha usado la palabra "cabaset", por ejemplo:

Mos han donat un cabaset de merda
y no el volia yo
y no el volia yo
y no el volia yo.

Mos han donat un cabaset de fem
y no el volia yo
y no el volia yo
y no el volia yo.

Mi familia cantaba esta canción cuando se reunía en el campo. Un día que iba mi madre con ellos, mi padre les indujo a todos menos a mi madre a callarse tras la expresión "cabaset de" y se oyó a mi madre a grito pelado: ¡Merda!. Todos rieron, incluso ella.

La música formaba parte de su vida. Recuerdo que tocaba el uquelele de maravilla y yo cantaba con él. Cantábamos juntos: "Todas las mañanitas vuelve la aurora y se lleva la noche triste y traidora. Otra vez vuelve al alba el sol, la alegría y en su luz la esperanza de un nuevo día". Él la cantaba en tono grave y yo tenía que hacer los altos.

Arriba se puede observar una estrofa de la canción LA MANTA AL COLL, que Tolo cantaba en los escenarios, de puño y letra. Sobre la primera parte no tengo ninguna información añadida. Respecto a la segunda he de decir que yo misma lo escuché cantándola en el homenaje a Antulio Sanjuan celebrado el 6 de marzo de 1975.

ANGELITOS NEGROS

Partido amistoso entre artistas. Arriba, el tercero por la izquierda, Tolo; el cuarto por la derecha, Antonio Machín.

En la Compañía de Antonio Machín

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Al simpático compañero y buen humorista TOLO con toda admiración. Antonio Machín. 9-3-1948







TOLO, MI PADRE

El hecho de escribir la vida de mi padre me llevó durante mucho tiempo a inmiscuirme en terribles disyuntivas que de un modo u otro retrasaban el proceso de aparición de una historia que, por otra parte, pugnaba por salir a la luz de un modo tan valiente, con tanta fuerza interior y exterior, que a algunos hubiera atemorizado. No es éste mi caso ni el de mi hermana y mi madre, mis dos embaucadoras más eficaces en el desarrollo y puesta en marcha de este libro, donde las vivencias se suceden con extraño entusiasmo, con empuje y dinamismo, como si cada página impresa tuviera una personalidad propia, y las palabras caminaran solas, casi sin necesidad de ser escritas; como el agua, que cuando al fin brota de un manantial, antes seco, demuestra que ya nada puede detenerla.
Escribir este libro ha dolido dentro porque al teclear cada letra, penetraba la herida despiadadamente , la horadaba de nuevo. Este libro está escrito con sangre de niña adolescente, una niña que perdió a su padre en un momento crítico de su vida, una niña que volvió a resurgir al decidirse a narrar la historia del hombre al que siempre adoró. Es preciso aclarar, sin embargo, que no he pretendido en ningún momento provocar la lágrima fácil, sino que ésta, a veces, ha salido de mis ojos de forma incontrolada, vertiéndose en el papel sin posibilidad de detenerla. Quizás ahí esté el secreto de la demora, de la tardanza; en el miedo al sufrimiento, en el temor a recordar algunos pasajes.
A lo largo de estos años de incertidumbre, de contención premeditada, he tenido la oportunidad de conocer a personas que me han animado encarecidamente a llevar a cabo este proyecto. Entre ellas destaco al buen amigo y mejor periodista Alfredo Aracil, que se prestó a ayudarme, a colaborar conmigo. Pero hay un momento para cada sueño y cada sueño tiene su momento. Así, el milagro se produjo una soleada tarde de marzo del año 2006 , cuando me senté delante de mi ordenador recién comprado y comencé a llorar. Me pregunté a mí misma sobre las razones de mi llanto y al obtener la respuesta supe que había llegado el momento, y comprendí que la mejor manera de encararme a este tema era planteármelo desde mi punto de vista más visceral, es decir, narrando lo que he vivido, he sentido y he añorado respecto a mi padre, un punto de vista según el cual, también saldría a la luz su faceta de artista, pero pasando antes por el prisma de mis ojos.
María José Arques Cano



EL ARTISTA Y EL HOMBRE
Fue en marzo de 1975 cuando vi actuar por primera vez a mi padre. Su papel del profesor majareta es bien conocido en Alicante, en los ambientes artísticos, y en particular por la gente de su época. Recuerdo que estaba sentada en la primera fila del Teatro Principal junto a mi madre y a mi hermana, Emi, que entonces era muy pequeña y no dejaba de moverse en el asiento. Pepe Mira Galiana conducía el acto homenaje a Antulio San Juan. Yo me sentía muy emocionada. Ese hombre que me miraba desde el escenario (o eso creía yo), era el mismo que todas las mañanas nos dejaba en casa el “pan con mollitas” calentito dentro del horno antes de marcharse a trabajar. A mi alrededor, los espectadores se reían, se reían mucho… Cuando rememoro ese momento, siempre me invade una sensación de extraños celos, porque mi padre, al que yo idolatraba, estaba compartiendo su ingenio, su gracia, sus gracias, con toda esa gente. Realmente fue así, yo tuve celos en algunos instantes de aquella actuación, porque una cosa es que nos hiciera reír a mi madre, a mi hermana y a mí, pero algo muy distinto es que se entregara de ese modo a todo aquel gentío… Sólo hoy, en mi madurez, entiendo la grandeza de todo aquello y la verdadera y auténtica razón de mis celos, que no es otra que la entrega absoluta de un artista en el escenario, porque efectivamente, José Arques LLorens, Tolo, aquella noche, sobre las tablas, ya no se pertenecía. Era posesión de su público. Yo lo capté, con mi intuición infantil, y ahora entiendo que muchas personas me digan que era un gran artista, que era buenísimo, que era de lo mejorcito… Siempre que alguien lo elogia ante mi presencia, viene a mi mente su entrega al aforo aquella noche y sé a ciencia cierta que me están diciendo la verdad, que no exageran, porque lo más importante en la vida de un artista, es saber darse por completo, y Tolo conocía ese secreto.
Aquel día fue importante en nuestras vidas, pero lo mejor llegó al día siguiente, cuando desperté y fui a la cocina a desayunar. Mi padre me cuestionó si quería pan tostado o galletas. Se trataba de una pregunta muy sencilla y muy frecuente, sin embargo, tras lo ocurrido la noche anterior, el tema se teñía de matices diferentes. Además, yo no quería perder mi tiempo con trivialidades referentes al desayuno. Yo quería hablar con el cómico, no con el cocinero. Quería preguntarle cómo se sentía tras la actuación ya que por la noche el cansancio no me había permitido hacerlo. Quería decirle que era maravilloso, que era un gran artista… La idea que se me ha quedado de aquello es que no lo hice, no le dije nada de eso, porque me limité a mirarle embobada durante varios días como si no me creyera que tenía por padre a uno de los mejores caricatos españoles de los últimos tiempos.





ANGELITOS NEGROS
Hace unos meses, mi hermana encontró en Internet una página Web en la que se hablaba de mi padre. Se trata de un documento de Adobe Acrobat que difunde en la red un libro titulado “Personajes de la escena alicantina”, cuyo autor, Jaume Lloret i Esquerdo, recopila unas leves biografías dedicadas a más de doscientos artistas de la “terreta”. Es de agradecer la inclusión del nombre de mi progenitor en esta obra, sin embargo he de decir que lo que el autor del libro declara sobre Tolo, no es del todo cierto. No busco, ni en lo más mínimo, crear una polémica al respecto; antes al contrario, desde estas páginas transmito a Jaume Lloret mi agradecimiento y el de mi familia. Pero me veo en la obligación de aclarar que José Arques Llorens, Tolo, en contraposición con lo que se afirma en este citado libro, sí que actuó en otras provincias españolas, como Madrid, Valencia y Barcelona. Y lo hizo como caricato de tres importantes compañías internacionales: la de Jorge Negrete, la del Trío Calaveras y la de Antonio Machín.



Mi madre narra los acontecimientos que recuerda referidos a este tiempo, con mucho orgullo, y en particular, con un gran entusiasmo. Algunas de las fotos que ilustran estos textos pertenecen al álbum particular de la mujer que enamoró para siempre al artista y que supuso la razón principal para que dejara los escenarios, algo que me congratula hasta el punto de que, probablemente si no hubiera sido así, yo no estaría en este mundo. En cualquier caso las cosas sucedieron como tenían que ocurrir y ahora estoy aquí para contar esta bella historia real que incluye el paso de mi padre por los teatros nacionales entre los años cuarenta y cincuenta. Todo comenzó el 12 de junio de 1927, cuando, en la calle Capitán Hernández Mira, en el nº4 nació un niño que, desde muy pequeño demostró unas grandes dotes para hacer reír. Mis tías, primas de mi padre, cuentan a menudo anécdotas referentes a la pubertad de mi progenitor, historias reales que ahora nos hacen esbozar una tierna sonrisa, pero que en aquellos tiempos quizás supusieron un medio de vida, ya que los tres familiares en cuestión, es decir, mi padre y mis dos tías, se dedicaban a practicar de artistas callejeros en el barrio. Lo hacían como de broma, pero de ahí surgieron canciones creadas por mi progenitor. Eran tiempos muy difíciles, el hambre amordazaba los estómagos y la sombra de la guerra mostraba su lado más oscuro en las bocas de la gente, vacías de alimentos, aunque repletas de silencios obligados. A pesar de las dificultades, mi familia paterna no perdía su energía. Me cuenta mi tía Maruja, prima de mi padre, que con el fin de sacar beneficios para la Hoguera de Campoamor, rifaban un pollo o un conejo. Tolo iba cantando sus charangas recién creadas por las calles del barrio, y así animaba a la gente a comprar los boletos. De ahí salió La manta al coll, así que se puede decir que la canción alicantina por excelencia nació en el barrio de Campoamor.










María José Arques Cano

RESUMEN BIOGRÁFICO





Al excelente humorista Tolo, Jorge Sepúlveda
Deleitando al público
Con José Mira Galiana
El más sucio...es Tolo

JOSÉ ARQUES LLORÉNS, “TOLO”

LA RISA ALICANTINA

El caricato José Arques Lloréns, TOLO, nació en Alicante, el 12 de junio de 1927. Desde muy joven comenzó a trabajar como humorista recorriendo la geografía española, actuando en bolos o galas. Fue el caricato de compañías tan importantes como la de la de Antonio Machín, la de Jorge Negrete y la del Trío Calaveras. Entre los prestigiosos artistas de fama mundial que fueron compañeros de TOLO, también destacan Jorge Sepúlveda, Carmen Morell, Pepe Blanco, Pepe Mairena, Finita Rufete y el conocido prestidigitador catalán Li-Chang. Con ellos viajó por toda España derrochando carisma y buen humor. Su estilo era ingenioso y entrañable. Era poseedor de un gran talento y de una excelente vis cómica. Llegaba al público basándose en la hilaridad de las cosas sencillas, en la parte divertida de los gestos cotidianos. Se retiró de los escenarios cuando contrajo matrimonio, pero siguió trabajando en la radio y como escritor de canciones y de poesía humorística. Fue conductor del programa Cantera de Artistas junto a José Mira Galiana en la emisora Radio Cadena Española, espacio en el que se dieron a conocer algunas voces del panorama musical alicantino de la época. Su gran creatividad a la hora de inventar nuevos espacios radiofónicos le llevó al éxito en numerosas ocasiones. Es conocido el programa en el que tras escribir un poema-adivinanza, los oyentes debían descubrir el título de una canción. También era el autor de sus propios guiones y parodias. Fue Jefe de Relaciones Públicas de Carbónica Alicantina, La Casera, promocionando la famosa frase de su autoría, “Pues entonces, no como”.

También cabe destacar su labor como representante de artistas, como por ejemplo, el actor y director de teatro en valenciano, Evaristo García, que en una entrevista publicada el 14 de abril de 1993 declaró: “El popular y malogrado humorista José Arques Lloréns, TOLO, uno de los mejores humoristas que ha tenido Alicante fue quien me llevó a la compañía de Carmen Estrella y luego a la de Fina de Granada”.

Como buen alicantino disfrutaba de su relación con las Hogueras de San Juan, que se tradujo en varias actuaciones en diferentes barracas durante las fiestas, así como en la publicación de textos en los llibrets de hogueras. Fundó el “Adorno Fogueril Javier Carratalá en 1973, que más tarde se convirtió en la barraca Tots a una. Era un hincha infatigable del Hércules y sentía una gran admiración por los toreros alicantinos.

Fue el creador de la letra original de la canción "La manta al coll", canción que registró en la Sociedad General de Autores 1953 junto a Manuel García Ortiz. Este hecho constituye una prueba irrefutable del inmenso amor que sentía por su tierra alicantina.

Aunque falleció en el año 1975, aún hoy los alicantinos siguen recordando su carismática personalidad y su arte para hacer reír a las masas. El 19 de abril de 1975, fue publicado en un artículo en el diario La Verdad de Murcia: “ Ha muerto José Arques, TOLO. Fue el caricato más popular que tuvo Alicante”.