Ha llegado el día en que la vida sepa
a dulces carcajadas, a besos celestiales.
No ha sido un regalo, han sido quince,
quince flores con nombre y sello propio,
quince abrazos que son quince creaciones
con quince adivinanzas escondidas.
Partituras de sueños esperados
en días anegados por el llanto,
sin saber que una herencia de versos
nos latía aguardando.
Sonríe en las alturas, sangre mía,
porque se oirán los sones de tus cantos
con la fuerza que otorga la alegría,
con la verdad corriendo por las venas,
con el recuerdo de tu voz amada.
María José Arques Cano
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